A veces me siento orgulloso de la facilidad con la que construyo mentiras. No son mentiras estéticas, son más bien pragmáticas. Las falsas excusas son las que menos pondría en mi C.V. de A.I.H. (Alterador e Inventor de Hechos); pero los diálogos espontáneos, en los que se cobijan los cimientos de Verdad con varias sábanas de espejos y humo son los que brillan más en mi mente. La mayoría de las veces no son fabricaciones premeditadas, pero hay ocasiones en las que tampoco se razonan y solo a posteriori descubro las pepitas que colorean el sabor de mis relatos y me doy cuenta que también me miento... y me lo creo.
Tengo que aceptar donde camino
Hace 9 años
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