No, por que sí.

Estoy, derrumbando las paredes del laberinto de papel que se extiende en mi cabeza. Lo hago con una mezcla de mi propia sangre, mi saliva y mis tensas imágenes que se estaban suicidando. Al llegar a las decima pared, me encuentro con el triste péndulo del día, se mueve diligente, en un movimiento largo que apenas llega al cénit se desliza nuevamente hacia abajo por el lado en que llegó. El tiempo repitiendose a si mismo, sobre el mismo espacio y conmigo dando vueltas en un circulo apretado que acaba por intimidarme completamente, mis ojos se ponen blancos y todo desaparece en un oleaje amarillo y pestilente.

Me desnudo aqui y llego a la orilla como un pez plateado, reluciente, parezco liso pero mi piel es como una ligera lija de agua. Escucha el sonido rasposo de tu mano contra mi piel, no me toques tanto por que te vas a acabar.

Ahora yo estoy hablando desde el peldaño más bajo de la escalera.

Pronto vuelvo. (Con un mordisco en mi estomago ardido.)

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