Rant.

Este año no fue mio.
No me arrepiento, pero siempre me cuestiono, siempre. Este año se fue en nimiedades batidas en un caldo insípido. No fui piedra, fui una hoja de mil partes de micra de grosor. Flotando en las corrientes de aire delgado e insalubre. Una mota de materia indefinida sin conocimiento de causa, ni causa de conocimiento, ni a causa de ningún conocimiento nada.

No hago sentido, lo que quiero decir en este nicho de "la nube" es: hoy no sé, ayer no está, pero mañana, mañana quiero un peso real que permita que la gravedad actúe y el humo se vaya disipando con viento de aliento hablado, de palabras con significado táctil y anzuelos de pescador. Estar aquí, es lo que quiero; estar aquí.

Hoy no como uvas, no por tener el parásito de la contra engranado en el hipotálamo, más bien por la ofuscación del spotlight en el escenario privado de la mente. Yo no sé usted, o usted, pero nunca he estado cien por ciento seguro si las uvas son deseos o resoluciones. El ejercicio mental siempre me deja con el mal sabor de boca de la improvisación, la repetición de mantras prefabricados de buenos deseos y el ligero remordimiento de no estar tratando de recordar lo que estoy diciendo.

No estoy intentando ser antagonista de la fiesta de Año Nuevo (aunque lo parezca) es solo que así como el mundo no se acabó, el mundo no empieza hoy. Mejor te deseo que tus ciclos de cambio sean buenos, que disfrutes el descubrir y que te acuerdes de cada uva.

Feliz nueva fecha en el calendario!

post data--- se me hacía más estético escribir 2012. 

Negra satisfacción.

Vamos dejando que los días se hagan horas, que las horas sean minutos y los segundos no existan. De repente quiero saber como va a terminar todo esto. Quiero verme en la caja de cenizas o con tierra encima; y entender que fue lo que pasó. No me importa como voy a morir, ese morbo en particular no me atormenta; me deja despierto la idea del balance de las acciones. No por que tenga metas trazadas, no sé si las tendré algún día. Pero espero que en la columna de "satisfacción" los números sean negros y que de negro me vistan en el velorio.

Volver a los diecisiete.

Diecisiete. Volver a los diecisiete. Volver a sentir profundo. Sueño con serpientes, con serpientes de mar. 

Velos transparentes vuelan sobre un agua púrpura que se mueve cadenciosa, un pequeño barco en un trasplano se alza sobre una ola, popa al viento. En la profundidad se mueve la serpiente, navegando corrientes mansas avanza en perpendicular a ti que observas desde un punto imposible. Vez el corte del horizonte húmedo y con las lágrimas azul marino muriendo en tus pómulos y tu barbilla en las rodillas, sientes la verdadera soledad de crecer. Te das cuenta que no eres una persona, eres Una Persona. En singular, en particular, en reclusión por tus diferencias, no eres parte de nada, vives en ese mar púrpura donde todos son partículas de agua y tu un barco que hinca su proa, intentando hacer que algunas gotas aborden tu isla finita de tablillas de madera verde. Pero las medias esferas de agua siempre se evaporan.  

Flujo de conciencia FDC De destruirse.

Cada que los días pasan en mi calendario, sueño que la vida se va a terminar cuando la última hora se presente como un inicio real. Cuando los muertos sean recordados a la perfección la resurrección será posible, no puede ser un barco en alta mar el que calcule el horizonte. El espectador tiene que estar en una plataforma con cimientos en el vacío, en la nada esclarecedora, en el objetivismo absoluto y que defina como ley. Esa deidad, habitando su panóptico y de comprensión instantánea se reconoce imparcial y se acepta como unidad y su plataforma se derrumba... los ángeles caídos.

De alterar e inventar.

A veces me siento orgulloso de la facilidad con la que construyo mentiras. No son mentiras estéticas, son más bien pragmáticas. Las falsas excusas son las que menos pondría en mi C.V. de A.I.H. (Alterador e Inventor de Hechos); pero los diálogos espontáneos, en los que se cobijan los cimientos de Verdad con varias sábanas de espejos y humo son los que brillan más en mi mente. La mayoría de las veces no son fabricaciones premeditadas, pero hay ocasiones en las que tampoco se razonan y solo a posteriori descubro las pepitas que colorean el sabor de mis relatos y me doy cuenta que también me miento... y me lo creo.


De auto-mutilarse.

Va siendo tarde para reaccionar. El día de hoy, nunca me satisfízo. El día de mañana, siempre me llenó de ansias. El día de ayer es el que más me ocupa. ¿Por qué? Por que soy el niño arrancando alas a la catarina, el niño armado con la lupa y el sol contra la hormiga. Pero más importante, no hay día que no sea, más que el niño, el insecto.

Escribir este cuento.

Escuché una canción vieja de Juanes... Yo sé, yo sé... escucho los engranes mentales que te gritan "¡ignominia!" y desaprueban que sigas leyendo. No importa, me gusta esa canción, me da una imágen muy específica. Tomé esa fotografía y le hize un pequeño cuento.

Guardián-

Antes de entrar prendo un cigarro. Lo fumo con la cabeza gacha para que el humo trabaje en mis ojos. El ardor me nubla la vista, pero es lo que quiero, una fina capa acuosa en mis pupilas, un leve color rosado que visto desde cerca se revela como cientos de vasos sanguíneos expuestos.

Armado con mi falsa tarde de llanto en los ojos, entro a las capillas. Negro por todas partes; un olor a flores concentrado se mezcla con el almizcle de dolientes durmiendo sentados. El lago oscuro de gente no se inmuta con el intruso, el dolor y el morbo me protegen por un momento, hasta que el rebaño sediento de conversación renovada se da cuenta de la fragancia recién añadida a los vapores que se maridan en el techo y que bajan con el aire acondicionado. Varias miradas de rojos verdaderos buscan en mi cara un consuelo nuevo que no puedo entregar, simplemente, por que soy ajeno al grupo, no los conozco. No he visto a ninguna de estas personas en mi vida salvo una, el maniquí detrás del vidrio que modela la ausencia espiritual transformada en negros en la ropa, rojo en los ojos y cansancio en el maquillaje. Una moda de siglos en estos eventos.

Yo solo vengo a una cosa y me muevo sigiloso entre las sillas ocupadas. Veo la que, seguramente, es la madre resignada con una mujer más joven de sollozos incontrolables, hermana o esposa, ¿qué importa? Les paso cerca y no dejo de sentir casi al mismo tiempo ambos polos sentimentales de remordimiento y felicidad, como un péndulo metafísico que aparece y desaparece.

Ahí está la caja negra con herrajes plateados, el banquillo para hincarse es de vinil tinto intenso. Sigo adelante; internándome en la tierra de nadie que es la antesala del féretro, nadie me pregunta quien soy, nadie me reclama las lágrimas. Sin verlo, hundo las rodillas en el cojincillo del reclinatorio. Fingo las manos del que reza y mis dedos aparecen en dos líneas paralelas de montículos desgarrados por la intensidad del odio. Subo los ojos y lo veo, un maquillaje de muñeco de porcelana le cambia el rostro. Eso más que nada me da coraje; nadie puede ver las marcas de mis nudillos en sus pómulos reconstruidos, no se ven los vacíos que esculpí debajo de sus labios pintados. Entiendo que el tajo en el vientre se esconda entre la mortaja de gala, pero, mis huellas en su cara? Mis marcas de acuarela púrpura en su garganta donde están?

Después de un momento de fotos mentales, la capa de polvos rosados me convence de la ausencia de vida. Me levanto y mientras salgo sin parsimonia y sin duelo me formo la imágen de esta noche: mi hija acurrucada en mi regazo y yo le canto bajito "Esta noche te prometo que no vendrán, ni dragones ni fantasmas a molestar, hasta que tus ojos vuelvas a abrir. Duérmete mi amor que aquí estaré yo". Las pupilas acuosas son sinceras y la vigilia verdadera.




De atomizarme.

¿ Viste lo que hace el atomizador? Claro que las gotitas no son átomos, pero es una imagen que se me antoja. Me imagino que si me apachurraran dentro de un bote metálico (solo yo, la oscuridad y el aire comprimido) y me atomizaran, lo que tendrías serían esferítas líquidas de un veneno dulzón, que aplicado en el ambiente llenaría el espacio de vacuidad. No doy, hoy pido y nunca me basta.

De soñar menos.

Sueño poco, razono más. Y no me gusta, me he ido decantando en el raciocinio y el pragmatismo, en ser sucinto y lógico... y llegas al "going through the motions", en verdad te atoras en ciclos repetitivos de cansancio y medio reposo.

Hace poco encontré mi cueva física, la supuesta libertad asociada con tu propio espacio no ha llegado aún. Todavía me preocupan los acomodos y la comida, la limpieza y el ruido, el vacío y la perdida de metros cuadrados.
Quiero "dos meses después", quiero tener el nido construido y sentarme a empollar ideas. Tengo espacio para quebrar el huevo metafórico de mi cabeza y dejar que las ideas se escurran por el espacio hasta que se frían en objetos. 
Pero sigo siendo de los que esperan, soy un eterno pasajero sentado en el andén por que las condiciones perfectas no se cumplen y el tren nunca va a mi destino exacto. Y por eso la rutina apela y atonta más, por que estoy empezando a entender que la perfección no existe, que los días son tiempo y los segundos se digieren y desaparecen en el estómago de la memoria; no hay bolo mental, ni desperdicio resultante, es una perfecta conversión en marcas de la piel, un simple registro que se desvanece mientras se construye. 

De ser pieza de rompecabezas.

Hay días que te arrepientes de lo que no quieres hacer. Es una sutil diferencia entre tener ganas y desear tener ganas. Todo tiene que ver con un constante desacomodo, una idea de que la soledad no basta y la compañía es mala.

Donde está el gran rompecabezas multidimensional en el que las piezas no aprietan?

Cefalea... o de como al duende no le gusta ningún input.

De un ruido eterno que se cuela por mis cabellos. La obliteración de los sentidos: santo grial de los aquejados de migraña. Flotar en agua tibia, oscuridad por todos lados; silencio absoluto. Dejarse desaparecer, volatilizarse en nubarrones espesos, informes e incoloros. Llover mollino de nuevo y recomponerte con un vacío en el cráneo, vacío definido por la forma de un cerebro desalojado. Los ojos en blanco, y sin el parpadeo instintivo, las lágrimas corren por las cienes; perdiéndose de nuevo entre los cabellos cansados de no tener voluntad.

Corte vertical.

Estratos: Edredón, cobija, sábana, carne, sábana, colchón (tela, espuma, relleno, resortes, etc.), madera, vacío, alfombra, bajo alfombra, concreto, yeso, vacío, vacío, tapete, duela, madera, concreto, vacío, vacío, vitropiso, pega piso, concreto, tierra...

Me salgo de la cama y... ¿donde me paro para tener 'los pies en el suelo'?  

Espacio intersticial.

Dibujar un puente es dibujar un vacío, que lo más interesante que tiene es la forma de evadirlo. 

FdC: "Revoltijo de carne con madera"

De entre la oscura variedad de cuerpos en un cuarto oscuro, reconozco la sutil llamada de tu respiración, va variando la necesidad intrínseca de bailar en el abismo, se va menguando la dilatada pupila del sol y la luna que no ha dejado de amar, se viste hoy de un luto medido en distancias. Va vacilando; va variando la volátil versatilidad de encontrarte entre sábanas frescas, vaporizando feromonas en tonos rosas. Raspa la lengua el paladar, se desgasta la película de células y el cuerpo responde azarosamente, delimitando vacuidades por llenar.

De entre la cálida montaña de carne palpitante, reconozco tus pestañas largas, incrustadas en un promontorio rosa, espalda de una espalda, carne sin sentido, revoltijo todo de músculos y tejidos blandos. No te encuentro en el ideario diario, te vistes de blanco salado y blanco y con un nombre impronunciable te presentas, masticando raros cuentos de mamarios.