Sí.

A veces sí quiero estar solo.
Escuchar el crujido del tabaco consumiendose y después el silencio vuelto humo. No es que masticarme me parezca suficiente; pero un solo sabor, sin acentos, notas o sorpresas explosivas, logra asentar los granos de café molido y distinguir las capas se hace más fácil.

FDC's aleatorios.

* Estoy desinflado. Soy un jamón que se cree gruyere; y la estructura no soporta su propio peso.

* Voló por el aire un tiempo sin luces. Dentro del polvillo vuelto nube viví yo. Comiendo trozos de guayaba verde que me crecían en la punta de los dedos. 
Y cada bocado significaba una lágrima de dolor. Pero el hambre era más y el dolor el único sentir.

Vacuo.

No entiendo nada... el escozor de las palabras sin decir me vuelve la garganta un paisaje lunar supurante. No quería despertar hoy en la mañana. Creo que puedo ser de las personas a las que tener una rutina puede volver loco. Y no digo loco de camisa de fuerza y mirada vaga; digo loco de rifle y asesinatos masivos. Solo me queda agradecer la apatía que pone punto final a todo esto, la vaga noción que tengo de "consecuencias" y el sincero deseo de no complicarme más la existencia. 

Y volteo por la ventana. Un cielo entre blancos apagados y grises acerados se ve estático. Aquí abajo se mueve el aire fresco y obliga a apretar los músculos sobre el esqueleto. Pues sí... me parece bonito. Solo hay que respirar; darse el placer de un café caliente y un cigarro que mariden bien con el vientecillo frío y seguir respirando. 



Puros recuerdos.

Hace unos días leí esta entrada de Ave Fénice y tangencialmente me recordó mi infancia.

Cuando era niño creía que todas las cosas inertes tenían sentimientos. Por ejemplo: Cuando me compraban unos tenis nuevos, tenía que explicarle a los viejitos por que ya no los iba a usar. Empezaba a justificarles su inutilidad con la mentira piadosa de que ya no me quedaban, cuando en realidad no podía decirles que habían perdido su lustre, las agujetas ya no tenían puntitas de plástico (tan útiles que son!) o simplemente eran menos bonitos y más sucios que los que todavía vivían en su caja. Me daba una verdadera tristeza por ellos, no por mí que ya no los iba a tener. Gracias a mi mamá, siempre me redimía la idea de que alguien más los iba a utilizar por que los íbamos a regalar. No sé si eso me sirvió para tener una conciencia social o más bien para ser un consumista sin conciencia

También era un niño que se impresionaba muy fácil. Cuando mis hermanos mayores (ogros sin sentimientos) me hicieron ver Freddy Krugger y ví como salía de un resumidero en la regadera, me resultó imposible meterme a bañar sin tener un miedo irracional a pisar la rejilla metálica... así que me creé una poción (agua con pedacitos de jabón y shampoo) que cada que entraba a la regadera tiraba por el resumidero para que Freddy se resbalara y me diera tiempo de bañarme antes de que él subiera.
Con la misma esquizofrenia/paranoia infantil me imaginaba que Freddy y Eso el payaso (gracias a los hermanos mayores de nuevo), escalaban desde las coladeras, todas las noches para llegar a mi cama. ¿Has escuchado la sangre fluyendo en tus orejas cuando te acuestas sobre la almohada? Pues yo pensaba que era el sonido de ellos dos martillando placas de concreto para subir. Así que dibujé un pseudo-talismán que puse debajo de mi colchón y resolví el problema. Nunca me importó que dormía en la litera de arriba y a mi hermano llegarían primero. Take that! ogro sin sentimientos.

Intersticio.

Intuyo tertulias de magos blandos, que se generan espontáneamente entre el inconsciente y la verdadera luz de la mañana.

Cansado de tomar decisiones inmediatas, huyo a las futuras y juego con mi personaje. De pronto me gustan ideas que no tienen sentido del todo y de pronto me deprimen posibilidades posibles. A veces me siento hecho y a veces cascara de naranja sin gajos dentro.