Cuando muerdo.

A mi me gustaba morder y había gente que me dejaba hacerlo.
Pero morderme las manos fue una de las cosas que hacía cuando era más chico. Apretaba hasta que quedara una impresión profunda y blanca (lo profundo no duraba mucho lo blanco se ponía rojo). Creo que solo era ansiedad, ansiedad de romper un capullo de piel cicatrizada. Un capullo que yo tejí con la idea de tejerlo. Una matriz que protegí con ganas de protegerme. Un escudo que urdí con ganas de hundirme. Dejar de respirar hasta no ser yo. Ser el destripador de mis tripas. Iniciarme en el canibalismo hasta morir asfixiado por mis propias uñas.

Y hoy regresan las ansias a mis dientes por que empiezo a tejer de nuevo. Pero no tejo en hilos blancos de seda si no en satín negro. Por que la transformación se apaga y la mortaja empieza a tomar forma.

Morder, morder con dientes tus dientes. (sí otra vez).

Hasta después después. (sin dedos).

0 huecos en el monologo.: